Ilustración: Sus Majestades los Reyes Magos

Resulta que, estaba yo tan tranquilo soñando con los angelitos, cuando oí un ruido. Pensé que serían mis gatitas que habrían hecho alguna trifulca. Imaginad mi sorpresa cuando voy al salón... ¡y me encuentro a estos Tres (así, con mayúsculas) Reyes que, cosa curiosa, estaban dejando unos paquetitos muy bien envueltos en el sofá. El caso es que, aunque suene raro, no me sentí asustado. ¡Todo lo contrario! nos pusimos a hablar, los invité a un chocolate calentito (son unos golosos, pero eso entre tú y yo) y hasta echamos una partidita a la Play.

Después de un rato, el de la barba blanca dijo:

-Eah, que ya hemos descansado bastante. Venga; tenemos que repartir un porrón de regalos más.

-¡Jo! -se quejó el de la barba marrón-. ¡Ahora que iba ganando! ¿No da tiempo a otra partidita?

-¡Ni partidita ni gaitas! -le regañó el del turbante- ¡La estrella va a cansarse de esperar! Ale, ale, arreando, que es gerundio.

Aquello de la estrella me sorprendió un poco. Curioso, me asomé por la ventana y,allí, junto a una luna de plata, había una estrella enorme que, feliz, les esperaba.

Y, sin perder tiempo, los tres, muy amables, se despidieron de mí, dejaron los regalos en el sofá y prometieron volver el año que viene. ¿Y luego? Pues salieron por la ventana porque, abajo, les esperaban tres camellos y un montón de pajes. Yo les dije adiós con la mano y, después de pensar en aquello unos segundos, regresé a la cama donde seguí soñando con los angelitos.

¿Qué no te lo crees? Pues, palabra que, al despertarme, los regalos seguían en el sofá, incluidos unos para mis gatitas. Y, para que veas, he hecho un dibujito de mis nuevos tres (y mágicos) amigos.

Por cierto, ahora, siempre que pongo el GPS de mi coche, me acuerdo de esa estrella tan bonita que esperaba en el cielo...